martes, 13 de diciembre de 2016

Hemos caminado con gigantes
blandiendo inevitables hechizos a doquier.
Pequeños duendes saltarines despeinan al viento
luciérnagas juguetonas cosquillean a las hadas.

Las sirenas hacen olas con sus colas
adornan con flores silvestres las auroras
las sílfides pícaras y hermosas.
No entendemos el lenguaje de los hombres
nos confunden sus atributos contradictorios
obran en ellos corazón y mente
errantes opciones en un juego sin fin.

Mas existe, persistente y a menudo
un grito agudo que guía la mirada
es el alma que se libera, apesadumbrada,
de tantas cadenas roñosas, herrumbradas y pesadas.

Escuchamos, entonces, el pedido de auxilio
en su ayuda acudimos
como un grupo rebelde
un poco roto, un poco remendado
golpeado, pobre, pero siempre unido.

No todos lo logran. Es cuestión de valentía.
Pero muchos saltan
y nuestra red los vigila.