viernes, 18 de mayo de 2018

"No tienen un domicilio fijo desde el que ver que hay algo eternamente risible en la naturaleza humana, alguna cualidad en los hombres y mujeres que alentará nuestra sátira por siempre jamás (...).

Nunca, ni siquiera a la sentimental edad de quince años, la emprendió consigo por sentir vergüenza de sí misma, ni ocultó un sarcasmo en un arrebato de compasión, ni desdibujó un hilo argumental con las brumas de lo rapsódico. Los arrebatos y las rapsodias, parece haber dicho, señalando con su varita, terminan AQUÍ; y la línea fronteriza es perfectamente nítida. Pero tampoco niega que lunas y montes y castillos existan...en el otro lado (...).


Aun si las punzadas de una vanidad ultrajada, o el calor de la ira moral, nos obligaran a mejorar un mundo tan lleno de rencor, mezquindad y locura, la tarea estaría más allá de nuestra potestad. La gente es así: la muchacha de quince años lo sabía, y lo demuestra la mujer madura".


Virginia Woolf.

Prólogo de "Emma" de Jane Austen




La Resistencia






                       
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Las batallas las peleo sola
sin aliados
sin compañía
aunque escuche el eco imperceptible
aunque aparezcan zombies previsibles.

Me sonrío
doy la vuelta
vuelvo a casa
arrastrando aquella espada
desgarbada
subestimada e incluso herrumbrada.

Y me siento
no pretendo
pelear por cualquier cosa
no todo vale el gesto
no todo vale la pena

me asombra incluso a mí, 
mi indiferencia.

Hasta que alguna chispa
pequeña, sin importancia,
imperceptible
genere entre llamas una hoguera.
Ahí sí que habrán testigos
y ahí sí que habrán heridos
que curaré si es necesario
justo antes de sangrar este destino.