miércoles, 25 de octubre de 2017

"(...) -Cuando vuelvas a la Gran Madre Tierra -dijo al caballo muerto- dale las gracias -metió la mano en su bolsa y acarició la figurilla de piedra que representaba la Madre, en un gesto inconsciente. "Zelandoni tiene razón", pensó. "Si los hijos de la Tierra llegan a olvidar quién les da el sustento, podemos despertar algún día para descubrir que no tenemos hogar".

"Mirar a los caballos al despertarse por la mañana se había convertido ya en un hábito, aunque sólo llevaba allí unos pocos días. Eso contribuía a hacer su existencia solitaria un poco más soportable, porque pensaba que estaba compartiendo el valle con otras criaturas vivientes".

Jean M. Auel.
"Los hijos de la Tierra. El valle de los caballos"