jueves, 29 de junio de 2017


Cuando le dije que a su edad
uno esperaría que tuviese
"los huevos bien puestos"
¿me habrá mal interpretado?

Con todo
-reconozcámoslo-
fue muy graciosa
su inmensa necesidad de reconocimiento
y mis ganas de desquiciarlo
no combinaban
eran un conjunto mal armado
entre tacones
y capa de agua
desafinábamos.

La identificación fálica
con su auto
era abrrida y sub urbana.
Merecía que me burlara.

Mi intención no era mala
aunque sí desubicada.
De pronto me arrepiento
(sólo un poco)
no haber saltado
a la mesa de los estirados,
moverles el palo
de ese trasero
tan perfumado.

Pero al cabo,
habría sido igual de tedioso
como despertar
sin haber amado.