jueves, 29 de junio de 2017


Aquí estoy, querido,
comprándome tacones
fingiendo ser rebelde.

Cuando la verdadera guerra era
empuñar la lanza
gatillar el arma
era fácil comprenderla.

Ahora
libertad se trata
de cosas más abstractas
de odios inexpugnables
de recolectar almas.

¿Cómo saber cuando hemos acabado?
¿Cómo saber
si quedan amas
de aquél viejo ábol
de la serpiente tentadora
de la fruta enamorada?

Acá las princesas se retratan
por dos o tres monedas
en cualquier tugurio inepto.
Pero visten Chanel y Versace.


Por ahí aparece 
un lobo feroz
fugazmente interesante
no lo tomarán en cuenta
si no conduce un Audi.

¿Queda algo por ver, señor mío?
Es que, acaso, ¿puede ya asombrarme algo?
Si ya hasta los sapos me aburrieron.
No es que sea exigente, tan solo
he involucionado
me contagia la pesadez
de un mundo tan humano.