La esposa del general
estaba frustrada
quería beber el aire
mojar sus pies en la fuente
pero ahí estaba, apretada
entre tanto ropaje indiferente.
Quería amor salvaje
entrañable
presente
y ahí estaba, ese cuadrado,
desconsiderado, aburrido,
intermitente.
Lo amó un día
pero él era lluvia, protección, osadía.
Ahora es soldado
serio
tieso
en agonía.
Ambos perdieron
-eso es un hecho-
él, el amor
ella la alegría.
Le absorbe en vida la fe que un día
un par de cuervos
le construían.