miércoles, 25 de enero de 2017

Hemos sido testigos del cambio. 
No han heredado un mundo en el cual eran necesarios los grandes cambios y adelantos.
El cambio que propiciaremos ya no tiene que ver tanto con lo externo sino, más bien, con lo interno: el individuo se cambiará a sí mismo, si no por gusto, por necesidad. Y ese cambio redundará -inevitablemente- en un cambio mundial que, aunque tarde, será necesario, no,  imprescindible.
Aún queda por venir la última oleada de almas que serán llamadas a restaurar el equilibrio. Así tendrá que ser. Todo, por naturaleza, tiende al equilibrio, a la homeostasis del sistema. 
Pero de ese cambio no seremos testigos, al menos con esta vestimenta de cuero.